Hace unos días vi a un enano que se dice periodista, utiliza el odio para defenderse. De haber sido fuerte nunca lo hubiera necesitado . Siento compasión por el porque dejó pasar la oportunidad para olvidarse de su penuria. Como periodista enano, corto de estatura moral ha vendido sus principios en el mercado y después se alimenta de las habladurías, desgracias e intrigas. Es como un voraz buitre que se lanza sobre la carroña podrida. El desdeño y el desprecio que sufre solo es producto de su hipocresía y de la limitación que tiene en el pensamiento.
Es un hombre que se sienta en su casa y observa como se extingue el fuego y luego inútilmente sopla sobre cenizas. Sus múltiples carencias lo han encorvado y conforme camina por el sendero de la vida se agita como si estuviera escalando la cima de una montaña pero en realidad es que desciende hacia el abismo donde le rodea la miseria. Quiere alcanzar la gloria aprovechando momentos de ventaja, pero resulta ser que en la morada de la ignorancia no existe espejo para poder ver su desgracia. Su insensatez no le permite ver la verdad y lo torna malo, testarudo y un peligro para sus semejantes.
La evolución humana es un esfuerzo continuo del hombre. Los ideales son formaciones naturales. Aparecen cuando la función de pensar alcanza tal desarrollo que la imaginación puede anticiparse a la experiencia, pero también la imaginación trastorna, nada cabe esperar de un hombre afiebrado que solo piensa en mitigar su sed y satisfacer su hambre. El imaginativo verdadero es creador, no destila odios, puede vivir para los demás, nunca de los demás. El enano periodista es hostil porque le parece que la realidad social la aísla, lo desprecia.
El pobre enano que lleva por infortunio tres nombres Adán, Gabriel y Reyes, no ha podido siquiera a uno de ellos quitarle el estigma de ser el “Buitre de la montaña”, por alimentarse de la carroña que le dejan los “coyotes” de su fauna familiar, que dejaron escapar la oportunidad de hacer dinero con sus “tranzas” y chantajes a la autoridad Delegacional y que al “buitre enano” le pusieron oficinas y le permitieron organizar bailes, permisos para puestos ambulantes en la vía pública y licencias para funcionamiento de cervecerias.
¡Hoy los único que destila es veneno!
Es un hombre que se sienta en su casa y observa como se extingue el fuego y luego inútilmente sopla sobre cenizas. Sus múltiples carencias lo han encorvado y conforme camina por el sendero de la vida se agita como si estuviera escalando la cima de una montaña pero en realidad es que desciende hacia el abismo donde le rodea la miseria. Quiere alcanzar la gloria aprovechando momentos de ventaja, pero resulta ser que en la morada de la ignorancia no existe espejo para poder ver su desgracia. Su insensatez no le permite ver la verdad y lo torna malo, testarudo y un peligro para sus semejantes.
La evolución humana es un esfuerzo continuo del hombre. Los ideales son formaciones naturales. Aparecen cuando la función de pensar alcanza tal desarrollo que la imaginación puede anticiparse a la experiencia, pero también la imaginación trastorna, nada cabe esperar de un hombre afiebrado que solo piensa en mitigar su sed y satisfacer su hambre. El imaginativo verdadero es creador, no destila odios, puede vivir para los demás, nunca de los demás. El enano periodista es hostil porque le parece que la realidad social la aísla, lo desprecia.
El pobre enano que lleva por infortunio tres nombres Adán, Gabriel y Reyes, no ha podido siquiera a uno de ellos quitarle el estigma de ser el “Buitre de la montaña”, por alimentarse de la carroña que le dejan los “coyotes” de su fauna familiar, que dejaron escapar la oportunidad de hacer dinero con sus “tranzas” y chantajes a la autoridad Delegacional y que al “buitre enano” le pusieron oficinas y le permitieron organizar bailes, permisos para puestos ambulantes en la vía pública y licencias para funcionamiento de cervecerias.
¡Hoy los único que destila es veneno!
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