jueves, 1 de mayo de 2008

Editorial

Por más esfuerzos que realice cualquier ciudadano de este país para asumir un compromiso con buena voluntad y mirar con optimismo lo que para en nuestra vida cotidiana, resulta difícil y casi imposible sostenerse en una misma posición.
Es muy lamentable la situación que vivimos actualmente. Hoy vemos con verdadera tristeza la terrible indiferencia que la mayoría de los actores políticos y sociales muestran ante los graves problemas de impunidad e inseguridad que se padecen.
Lo trivial y lo mezquino parecen ser las actitudes más cómodas para muchos personajes públicos. Igualmente ocurre con otros que cotidianamente descalifican a las instituciones si estás no se ajustan a sus deseos o conveniencias.
La actitud de estos políticos muestra con demasiada claridad que los motivos para participar en la vida pública no se asocian necesariamente con el cumplimiento de programas sociales o con la aplicación de un código ético. Por el contrario hay evidencias y argumentos suficientes para decir que toda carrera política requiere de actitudes cínicas que los protagonistas llaman moderadamente pragmatismo.
Para hacer más contradictoria y compleja la situación que vivimos las actitudes o conductas públicas se dan en u tiempo o contexto favorable en lo económico y difícil en lo político.
Los elevados precios del petróleo han generado que los ingresos al gobierno hayan alcanzado niveles no esperados de manera que los presupuestos públicos de 2007 y 2008 se superaron haciendo que las reservas financieras se tuvieran que alterar y permitir que los excedentes acumulados pudieran ser repartidos y aplicados. Los recursos no previstos permitieron no tener un endeudamiento mayor en lo interno y en lo externo. El lado negativo de los excedentes petroleros es por el uso irresponsable que una buena parte de las autoridades estatales y locales ha dado a las participaciones financieras adicionales: algunos alcaldes o gobernadores se autorizaron sueldos fantásticos y les negaron el derecho de aumentar su sueldo a los trabajadores de base, otros realizan obras brillantes pero carentes de sentido y utilidad social y negocios de familiar que se insertan en las estructuras políticas para sacar de ellas importantes sumas de dinero.
Estas formas de corrupción no solamente es por la disponibilidad del dinero, también lo es porque se multiplica rápidamente y que debería preocuparnos a todos.
Sin embargo, ni las instancias sociales que tienen la responsabilidad de vigilar los excesos de gobernantes y funcionarios están interesados en aplicar la normatividad o ley, y que por el contrario se muestran complacientes desde la inoperante Comisión de Derechos Humanos hasta el IFE.
En algunos casos la complicidad se ha vuelto simulación y protagonismo, como ahora ocurre con el PRD, o la del PRI en la Cámara de Diputados.
La mayoría de los gobernantes y las instituciones han gozado de condiciones financieras y económicas favorables ¿Por qué entonces han dejado a un lado lo que realmente beneficia al país?
Un ejemplo claro de estos sucesos que afectan a la nación es la elección del Presidente del PRD, que nos ha dejado con serias dudar sobre el proceso interno del PRD y que muchos como conclusión final se han formado a la idea de que solo los millones de pesos que entrega el IFE al PRD y a los demás partidos es lo único que interesa.

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