domingo, 2 de diciembre de 2007

LOS ACRIDIOS

Acridio es un término que connota –según la versión del periodista Regino Hernández Llergo–a los bucaneros de la prensa, que por desgracia subsisten y son sujetos indeseables.
Para muchos, afortunadamente el periodismo es una profesión decente, noble, generosa, pero para otros (desafortunadamente existen en el país), la prensa es un instrumento ideal para la extorsión, la difamación, el chantaje.
La libertad de prensa que la ley ampara constitucionalmente hace que se use y abuse de un “periodismo” que no solo atenta contra la dignidad del hombre, sino que constituye una seria amenaza para el orden público.
Quizás como pocos, los funcionarios, por sus importantes tareas que realizan –que son del dominio público– han de soportar, continuamente, el infundado, malévolo, perverso e interesado ataque de tales individuos. Algunos ya de sobra conocidos. Impunemente proliferan en panfletos, periódicos o revistas. Escudados en “columnas” periodísticas dañan a mansalva con espíritu avieso o esperan –algunos– jugosas ganancias. Y mediante comentarios de miscelánea; lanzan sus perifonemas creyendo que sus “observatorios” son inequívocos y que lo que escriben los va a convertir en notables y valerosos por los infundios que propagan.
Suponen también que entraña renovación ser órgano de difusión que está al servicio de un interés particular o de grupo.
Publican artículos sin tomarse la molestia de corroborar noticias, las publican –con mal gusto e infamia– que convierten a funcionarios y gobernantes en sujetos delictivos.
Generalmente quienes son atacados guardan silencio por miedo al escándalo y para no propiciar nuevos embates. A veces callan al acridio escogiendo uno de los dos medios usuales: o se les paga o se les pega.
El acridio periódicamente lanza intencionados ataques, inventa supuestos actos delictivos que en realidad son refritos de otros acridios.
Ignora la región sureste el improvisado, al fin, que el periodismo en casi provincia del D.F. ha de ser limpio y ejemplar, precisamente por la trayectoria y la calidad de hombres que de ésta han surgido.
No extrañará que un “compañero” periodista se convierta en adversario ideológico como se da ya el caso de un periódico local, cuyo director es Adán Gabriel Reyes. Hemos visto como la gente de izquierda o de derecha, se despedaza y estúpidamente por odios particulares, ambiciones personales e intereses inconfesables.

Por eso nos divierte el acridio Fernando Miranda Martínez, director de una revista llamada RAZA, que se encuentra desaparecida y en circulación por tiempo breve en Xochimilco, porque no atina en sus periódicas calumnias.
Nos felicitamos los hombres con principios de que el balance de una labor y estabilidad como ente social no dependan venturosamente de críticas insulsas, escondidos intereses, estadios hepáticos, aviesos fines y la mala leche de uno o varios acridios. Porque además no nacimos para desarrollar un puesto, ni estamos enamorados por llegar a un nivel económico, que en algunos casos ni con trabajo se alcanza.

Por: Justo González Hernández

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