sábado, 30 de agosto de 2008

EL ALCOHOLISMO : PROBLEMA SOCIAL EN EL REINO UNIDO.

Son las doce de la mañana de mi segundo día en el Reino Unido y, presurosa, me encamino hacia un Pub cercano para pedirme un típico almuerzo inglés: “fish & chips” (pescado frito y papas a la francesa) y media “pinta” (224 ml) de cerveza de barril.

De camino, paso por un estacionamiento con un letrero que advierte que está prohibido ingerir bebidas alcoholicas en la via pública, so pena de una multa. Sigo adelante y veo cámaras de seguridad por todos lados, y más letreros declarando que se cuenta con alarmas y un servicio de seguridad privada en las viviendas. Incluso paso por otra zona donde sobre las bardas e incluso vallas de madera, se extienden esos odiosos alambres de púas que forman una espiral amenazante para todo aquel que ose acercarse, incluso por descuido.

Aunque algo semejante es relativamente común de encontrar en barrios de clase media y alta en ciudad de México, me resulta extraño de observar en esta pequeña ciudad del norte de Inglaterra. Especialmente porque acabo de llegar de Barcelona que, aunque tiene ciertos problemas de desorden público y pequeños hurtos en los principales sitios de atracción turística, es bastante segura.

Pues una vez que entro al Pub y empiezo a revisar la prensa local, mi sorpresa es mayor al enterarme de que con la misma preocupación con que se habla de la crisis inmobiliaria y económica que tienen, se habla del 3er. apuñalado de la semana (y apenas es viernes, a ver qué pasa el fin de semana) y se comenta que los esfuerzos para reducir el fracaso escolar no están dando los resultados esperados. Continúo leyendo y descubro el gran número de campañas para prevenir el alcoholismo, la drogadicción, la delincuencia juvenil y los embarazos precoces.

¡Vaya! Pienso, en este país sí que se preocupan por sus jóvenes. Y claro, como son la 5ª economía del mundo (sólo por detrás de Esados Unidos, Japón, Alemania y China), pueden destinar los recursos suficientes para intentar reorientar y canalizar a sus adolescentes.

Sin embargo, con el paso de los días, las imágenes que voy captando y la sensación de desconfianza que voy teniendo en esta ciudad, contrasta totalmente con los estereotipos que me han sido recalcados a lo largo de toda la vida: los ingleses son sumamente puntuales, ordenados y educados. Sus modales son exquisitos. Su formación académica es de las más elevadas del mundo. ¡Ah! También son altos y güeritos. Esto último es lo único absolutamente cierto. Como en el resto del planeta, los hay altos y bajos, en forma y con problemas de obesidad. Lo que es una patraña (o quizá pertenece a la historia) es que son gente cuyos modales y educación son exquisitos. Seguramente que los hay, como sucede con otros pueblos en otras partes del mundo. Y en las islas británicas, especialmente en Londres, la capital y en las instalaciones de las Universidades más prestigiosas de este Reino seguro que también. Pero, insisto, el resto son estereotipos.
Después de casi 8 años viviendo en Barcelona, ya había tenido la “oportunidad” de ver el comportamiento de las hordas de británicos de vacaciones, o celebrando la despedida de soltero-a, o acudiendo a apoyar a su equipo en los partidos de futbol de la “Champions League”. En la mayoría de los casos su manera de beber, su violencia y su comportamiento despertaban las protestas más airadas de los catalanes, que exigían medidas más estrictas para controlar a estos visitantes tan complicados.

Sin embargo, percibir esa agresividad y esa violencia en tierra británica es otra cosa. Resulta bastante chocante que, contrastando con un medio ambiente limpio, lleno de bosques y parques naturales, con una flora y una fauna que forma bellísimos paisajes naturales, existan grupos sociales que parece que han perdido el rumbo. Que están dispuestos a golpear o incluso matar sólo porque alguien los ha mirado “raro” en un Pub.

Un caso que tuvo una amplia repercusión en los medios de comunicación internacionales hace apenas unos días, fue el asesinato de dos estudiantes franceses en Londres. Aunque un asesinato en sí es algo absolutamente condenable, lo que más tenía conmocionada a la gente fue la saña y la virulencia con que se llevó a cabo: decían los informes policiacos que uno de los cadáveres tenía alrededor de 200 puñaladas. Algo que me llamó mucho la atención fue la entrevista a los padres de una de las víctimas, que decía que a su hijo le gustaba mucho viajar, y que había visitado ya varias partes del mundo. Agregaba que inlcuso había pasado un tiempo en México, pero, añadía “nada lo había preparado para vivir en Londres”. Los chicos no estaban gusto, no se sentían seguros, les faltaban apenas unos días para terminar su programa de estudios de 3 meses en la capital del Reino Unido. Y una tarde desafortunada que se encontraban ambos jugando en la casa de uno de ellos con sus consolas de videojuegos, entró un sujeto que para robarles, les mató y después prendió fuego a la casa.

En realidad no sé cuanto se habló del tema en México, lo que es seguro es que no se mencionó que “incluso en nuestro país”, que siempre es pintado en el exterior como extremadamente violento e inseguro, uno de los muchachos había expresado a sus familiares que se había sentido más seguro y confiado que en Londres.

La verdad es que el problema es tan fuerte, que el gobierno británico esta gastando mucho dinero en estudios, encuestas, campañas y programas dedicados a su población más vulnerable. Y como resultado de ello, han implementado cambios a algunas costumbres muy arraigadas en su sociedad. Por ejemplo, hasta hace unos años, se decía que los problemas de alcoholismo se debían a que a partir de las 11 de la noche estaba prohibida la venta de bebidas alcoholicas en los Pubs, y por eso la población se apresuraba a beber desenfrenadamente, pero desde 2004 se puede vender alcohol hasta el cierre de estos establecimientos, y según algunas estadísticas el problema no sólo no se ha reducido, sino que incluso se agravó. Por ejemplo, decían, ahora hay más llamadas a la policía hasta altas horas de la noche, y las ambulancias tienen que hacer más salidas a atender emergencias. Así que incluso otro efecto adverso, según las autoridades, es que ahora gastan más en servicios de vigilancia, de atención médica, e incluso de limpieza.
Más recientemente se ha llegado a la conclusión de que las bebidas alcoholicas son demasiado baratas, y por ello hace apenas unos días se dio a conocer la noticia de que subirían el precio final de estos productos.

Quizá en unos meses las autoridades se den cuenta de algún otro aspecto propio de la juventud en cualquier parte del mundo. Por ejemplo, que la falta de actividades interesantes, atractivas, y la carencia de instalaciones y propuestas de esparcimiento provocan en los jóvenes un aburrimiento que los puede a llevar a buscar emoción y diversión en las drogas y el alcohol.

Especialmente en las ciudades “menos ricas” del norte de Inglaterra (preciso que el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte se compone de 4 territorios o regiones, también llamados “paises constituyentes” que son: Inglaterra, Gales, Escocia e irlanda del Norte), que es donde por el momento me encuentro residiendo, es donde este problema, más otros consecuencia directa del primero (como el fracaso escolar, los embarazos precoces, el pandillerismo), más se percibe, dentro del Reino Unido.
Dado su peculiar clima, sobre todo lluvioso y frio la mayor parte del año, no sólo los jóvenes, sino la población en general debería tener la oportunidad de contar con más instalaciones y actividades gratuitas o ampliamente subvencionadas por el gobierno, para arrancar a esta gente de las barras de los Pubs.

Porque aunque es sorprendente el número de actividades artísticas, culturales, cursos, exposiciones, así como la oferta de parques, zoológicos, reservas naturales, museos y un largo etc., todo es muy caro. Inluso practicar un deporte es caro. Si quieres jugar futbol en una cancha, con porterías y las lineas del campo bien trazadas, tienes que pagar. Por usar una pista en buenas condiciones para patinar, tienes que pagar. Ir a una piscina, tomar clases de karate o de spinning, es un lujo que en esta zona del pais muy pocas personas se pueden permitir.
Es algo parecido a lo que ocurre en México, con la suerte de que en nuestro país aún quedan terrenos baldíos y terracerías donde niños y jóvenes de escasos recursos pueden jugar el partidito de fútbol, improvisar el partido de “basketball” o andar en bicicleta o usar sus patinetes o patines sin que nadie los reprenda o los multe. Aunque claro, exponiéndose a sufrir accidentes por no usar instalaciones adecuadas.

En realidad, a poco más de un mes de estar aquí me reafirmo en lo que algunas veces he expresado en estas páginas con anterioridad. Hablemos español, francés, inglés o japonés; seamos altos o bajos, negros, blancos o cobrizos, todos los seres humanos somos iguales y tenemos las mismas necesidades. Ojalá todos tuviéramos también los mismos derechos y las mismas oportunidades. Los estereotipos nos ciegan. Son otra manera de manipulación de la sociedad. Se utilizan muchas veces ya sea para ensalzar, para proporcionar tratos preferentes y la concesión de estatus , o para justificar agresiones, odio o a veces indiferencia ante el sufrimiento y la explotación de personas “que no son iguales” a nosotros.
Por eso los viajes son tan importantes. Es una buena manera de irse quitando prejuicios y complejos y comprobar que en lo esencial, seamos de paises ricos o pobres, todos los seres humanos somos iguales. Quizá si todos reconociéramos también que compartimos problemas similares, podríamos exigir conjuntamente a nuestros gobiernos menos gastos en armamentos y guerras (en el caso británico) y menos gastos en campañas, lavados de imagen, spots, asambleas y viajecitos de placer al extranjero (en el caso mexicano) para poder destinar esos recursos no sólo a más escuelas u hospitales, sino también a más oportunidades de recreación y esparcimiento para las nuevas generaciones de cada país. Ya basta de discursos demagogos recalcándoles la responsabilidad de “que son el futuro” de su nación, cuando en el presente se les trata como “el problema” de sus sociedades.



Daniela Torres.

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