Los trabajadores del sector eléctrico son los que mejores salarios y prestaciones tienen porque representan a un sector estratégico para el desarrollo económico del país.
Sin embargo también son lo más vulnerables a los actos de corrupción al sentir que los ciudadanos no pueden prescindir de la energía eléctrica en esta época de modernidad y que aún los de escasos recursos necesitan de este servicio ya sea en zonas urbanas o en asentamientos humanos irregulares.
La anomalía en el servicio provoca que los trabajadores electricistas se aprovechen de la situación y solicitan sutilmente dinero “para el refresco” y reparan de inmediato las fallas o descomposturas. Se ha sabido también que hacen toma clandestina, que son cobradas con diferentes cantidades de dinero por la instalación hecha en los asentamientos irregulares y que por años disfrutan de este servicio cubriendo una cuota de manera esporádica, que ese fondo jamás llega a las finanzas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.
Estas acciones ilícitas repercuten gravemente y de manera directa en la población urbana que si paga su servicio de suministro eléctrico y que en los últimos años ha sido ineficiente por los constantes “apagones” que se presentan. Tal parece que “las mafias” conformadas por trabajadores y funcionarios operan con la complacencia de la Dirección General de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que debiera conocer de las maniobras fraudulentas que se realizan desde las oficinas comerciales o subgerencias regionales.
El ejemplo claro lo tenemos con San Gregorio Atlapulco donde los vecinos tuvieron que bloquear las vialidades de las calle Cuauhtemoc y la carretera Xochimilco – Oaxtepec el sábado 29 de diciembre durante varias horas, para protestar por la falta de energía eléctrica domiciliaria y alumbrado público que motiva la falta seguridad y fomenta la acción de la delincuencia.
Esta medida de presión debe tener resultados positivos pues de otra manera los conflictos sociales serán mayores y motivados por la falta de interés de las autoridades.
Sin embargo también son lo más vulnerables a los actos de corrupción al sentir que los ciudadanos no pueden prescindir de la energía eléctrica en esta época de modernidad y que aún los de escasos recursos necesitan de este servicio ya sea en zonas urbanas o en asentamientos humanos irregulares.
La anomalía en el servicio provoca que los trabajadores electricistas se aprovechen de la situación y solicitan sutilmente dinero “para el refresco” y reparan de inmediato las fallas o descomposturas. Se ha sabido también que hacen toma clandestina, que son cobradas con diferentes cantidades de dinero por la instalación hecha en los asentamientos irregulares y que por años disfrutan de este servicio cubriendo una cuota de manera esporádica, que ese fondo jamás llega a las finanzas de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro.
Estas acciones ilícitas repercuten gravemente y de manera directa en la población urbana que si paga su servicio de suministro eléctrico y que en los últimos años ha sido ineficiente por los constantes “apagones” que se presentan. Tal parece que “las mafias” conformadas por trabajadores y funcionarios operan con la complacencia de la Dirección General de la Compañía de Luz y Fuerza del Centro que debiera conocer de las maniobras fraudulentas que se realizan desde las oficinas comerciales o subgerencias regionales.
El ejemplo claro lo tenemos con San Gregorio Atlapulco donde los vecinos tuvieron que bloquear las vialidades de las calle Cuauhtemoc y la carretera Xochimilco – Oaxtepec el sábado 29 de diciembre durante varias horas, para protestar por la falta de energía eléctrica domiciliaria y alumbrado público que motiva la falta seguridad y fomenta la acción de la delincuencia.
Esta medida de presión debe tener resultados positivos pues de otra manera los conflictos sociales serán mayores y motivados por la falta de interés de las autoridades.
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