martes, 15 de enero de 2008

LA REVOLUCIÓN DE LAS LÍNEAS AÉREAS DE BAJO COSTO


En Europa, la creación de las llamadas aerolíneas de bajo coste en la década de los 90 supuso una auténtica revolución en el aire. Gracias a su organización más moderna, optimización de recursos y su innegable vocación de recorte de gastos, estas empresas comenzaron a ofrecer billetes de avión a unos precios inconcebibles hasta entonces. Volar se convirtió en algo muy asequible para prácticamente todos los bolsillos, al punto de llegar a la increíble situación que a personas de ciertos países del norte del continente, ¡les podía salir más barato contratar un paquete vacacional en soleado sur de Europa que quedarse en su casa esos días consumiendo alimentos, luz, agua y gas!
Ante tal competencia, las líneas aéreas tradicionales recibieron un severo impacto negativo en sus ventas y rápidamente tuvieron que tomar medidas. Ciertas de ellas fueron puramente de marketing, como rebajar escandalosamente el precio de un par de billetes en cada uno de sus vuelos como “gancho publicitario”, mientras que otras redundaron en un decremento de sus costos que se tradujo en precios más baratos, como prescindir de ciertos servicios a bordo como la prensa, comida y bebidas gratuitas. Algunas de ellas incluso llegaron al extremo de crear nuevas compañías de bajo costo, como hizo KLM con su filial Transavia y recientemente Iberia al crear Clickair.
El resultado de esta democratización de la transportación aérea ha sido una mejora de la calidad de vida de la gente, y la dinamización de la economía en ciertas regiones deprimidas donde el bajo número de pasajeros hacía que ni siquiera hubiesen aeropuertos. En Liverpool, Inglaterra, ciudad con una tremenda crisis económica que duraba ya más de 5 décadas, una compañía de bajo costo llamada EasyJet ha llegado a pactar la construcción del aeropuerto con las autoridades a cambio de ofrecer vuelos regulares desde él. Lo cual ha hecho que las empresas de la zona tengan más posibilidad de hacer negocios al ser más fácil a sus ejecutivos y agentes comerciales desplazarse por otras áreas. A tal punto llega esta regeneración, que otras empresas deciden trasladar sus instalaciones allá, aprovechando los bajos precios de una zona deprimida y las nuevas vías de comunicación. Por primera vez en muchos años, esta ciudad famosa por los Beatles comienza a ver la luz al final del túnel, en buena parte gracias a su nuevo aeropuerto y a EasyJet. Este no es un caso aislado. Algo similar está ocurriendo en Gerona, España, con la compañía irlandesa RyanAir. Gerona es una preciosa ciudad medieval que se encuentra ubicada a 2 horas en coche de Barcelona y a 30 minutos de la turística Costa Brava. Su nuevo aeropuerto ha hecho que la afluencia de visitantes sea mucho mayor, lo cual sin duda beneficia la economía local.
En México ya hay aerolíneas de bajo costo. Una de ellas, Click, es filial de Mexicana y opera rutas nacionales, con la excepción de su vuelo a La Habana. Su aeropuerto de base es el de Ciudad de México. La otra, Volaris, vuela a destinos similares aunque opera desde el aeropuerto de Toluca. La misma aerolínea proporciona servicio de autobús desde el centro de la ciudad hasta el aeropuerto y de hecho la facturación se realiza antes de abordar el autobús, por lo que si hay retraso debido al tráfico, es el problema de la aerolínea y no la responsabilidad del pasajero. La compra de boletos en ambos casos se hace por Internet de preferencia, o telefónicamente a sus respectivas centrales de venta. Para los que desconfíen de la seguridad que proporciona Internet o un teléfono, se ofrece la opción de realizar el pago de manera presencial ya sea en un banco (caso de Click) o en una tienda Sanborns (caso de Volaris). Los precios son francamente buenos, incluso tras agregarle todos los impuestos y tasas de aeropuerto. Recientemente pudimos comprobar que en un viaje de Ciudad de México a Mérida, por ejemplo, resulta unos 200 pesos más barato volar que agarrar el autobús de primera clase. Y para destinos que estén a más de 8 horas de desplazamiento por carretera, es también mucho más cómodo.
Pero no podemos acabar sin una advertencia। Por mucho que digan lo contrario en sus comerciales, a las empresas no les importa ni su comodidad, ni su felicidad, ni su seguridad. En el sistema capitalista, el único objetivo de una empresa es hacer dinero, cuanto más, mejor. Por eso en demasiadas ocasiones el director general de una empresa es un titulado en administración de empresas, un especialista en maximizar los beneficios y ampliar el negocio, no un experto en la actividad de la empresa en cuestión. Las aerolíneas de bajo costo han descubierto que si volar deja de ser algo de privilegiados, si todo el mundo vuela, van a ganar muchísimo dinero. Y para reducir costos y ampliar sus ganancias les podría parecer fácil seguir recortando servicios, por ejemplo dejando de dar suficiente mantenimiento a sus aviones, para bajar más todavía los precios, vender más y tener más beneficios. No he de explicar lo peligroso que resultaría que se dejase de dar mantenimiento a un avión que hace varios viajes con cientos de pasajeros cada día. La única manera de evitar que pudieran caer en esa tentación es mediante unas leyes que regulen de manera adecuada esa actividad, y que impliquen una penalización durísima e ineludible a la empresa que las incumplan y a sus gestores y responsables.

Eva Sánchez Guerrero

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