martes, 15 de enero de 2008

EL TELÉFONO CELULAR: UN POCO DE HISTORIA


Hoy en día se nos hace bien fácil cargar en el bolsillo un pequeño aparato que nos permite estar siempre conectados con nuestra familia, amigos, el trabajo y en general cada una de nuestras actividades cotidianas: el teléfono celular (o móvil en España). La gran acogida que ha tenido esta tecnología es debido a que con una pequeña inversión inicial para la compra del dispositivo (puesto que para la función básica de hacer una llamada telefónica no se requiere un aparato muy sofisticado) se puede estar en contacto en cualquier lugar y a cualquier hora del día. No me sorprendo en absoluto cuando un jovencito me pregunta “cómo podía ser la vida antes del celular”, por lo práctico que resulta e imprescindible que parece en nuestros días. Quizás a nuestros amables lectores les interese conocer brevemente cuales son los orígenes de la telefonía móvil y hacia donde va su futuro.
La historia de los teléfonos móviles o celulares inicia sin duda en 1973, cuando el primer teléfono móvil que por tamaño y funcionalidad se pudo llamar así, el prototipo de Motorola DynaTAC, fue usado por primera vez. Diez años más tarde recibió la autorización para ser comercializado y se convirtió en el más representativo de lo que se ha venido en llamar la primera generación de telefonía móvil, o 1G. En esos tiempos, los teléfonos móviles no estaban al alcance económico del ciudadano común y eran solamente utilizados por ciertas empresas, administraciones públicas y los organismos encargados de los servicios de emergencia.
No fue hasta la década de los noventa del siglo pasado que el uso de los teléfonos móviles se popularizó. Las tecnologías de segunda generación (2G) como la GSM en Europa, o CDMA y TDMA en el continente americano (comúnmente conocida como tecnología de celda o celular), y las infraestructuras que les dan soporte, se instalaron en buena parte del mundo. Gracias a los avances en electrónica y en el diseño de baterías, los terminales se redujeron de tamaño hasta alcanzar los 100 o 200 gramos de peso que todavía son comunes actualmente. Hasta ese momento, los teléfonos sólo disponían de funcionalidad para realizar llamadas de voz, y para enviar mensajes de texto mediante el servicio corto de mensajería (SMS) que ofrecía la tecnología GSM en Europa y en Asia. En la actualidad esta tecnología GSM, la conocida popularmente como de “teléfono de chip”, se está popularizando también en el continente americano. En México la comenzó a proporcionar Movistar y en la actualidad Telcel está trabajando duro para pasarse también al GSM.
Mientras esto sucedía, otra gran revolución tecnológica estaba teniendo lugar. A partir de mediados de la década de los 90 del siglo pasado, Internet y en particular la Web se hicieron enormemente populares. Desde entonces, millones de hogares en todo el mundo contrataron conexión a Internet, aparecieron cibercafés por todas partes, y no hay adolescente que no guste de pasar horas navegando por la Web y chateando con sus amigos. En el ámbito empresarial también se plantan las raíces para cambios sustanciales tanto en la manera de organizarse como en su relación con proveedores y clientes en base a las novedosas posibilidades que brinda esta tecnología. Así pues, de repente parece coherente querer extender Internet más allá de las computadoras personales y llevarla hacia los teléfonos celulares. Es en ese contexto que se establecieron los estándares que iban a regir las tecnologías de telefonía móvil de tercera generación (3G) y en espera a que se implementaran los diseños de productos y mejoras de las infraestructuras que requerían esos estándares, se lanzó el sistema de intercambio de datos GPRS en Europa y EDGE en Estados Unidos, inicialmente de transición, en espera de que lo que se denomina “la alta velocidad” llegase también a los celulares, por lo que se le denominó 2.5G. GPRS y EDGE permiten navegar por Internet, enviar datos (por ejemplo fotografías tomadas con su celular si éste dispone de cámara) pero su uso resulta bastante lento en la práctica. Contra todo pronóstico, sigue siendo el protocolo de transmisión de datos más usado en la actualidad, ya que las tecnologías 3G como son UMTS y CDMA2000 todavía se están poniendo en marcha y solamente son utilizadas por clientes corporativos, es decir, empresas o administraciones públicas, debido a su alto coste. Estas tecnologías prometen acceso a Internet a una velocidad similar a la que se experimenta en una conexión a Internet doméstica.
Los teléfonos en sí también han cambiado bastante en la última década. Lo primero que destaca es que ahora los hay para todos los gustos y presupuestos. Desde teléfonos básicos que se centran en el principal uso que se le da a un teléfono (¡marcarle a alguien o recibir llamadas y hablar!) hasta sofisticadas computadoras de bolsillo que permiten tomar fotos, escuchar música, llevan radio, capacidad para navegar por Internet, chatear, organizar la agenda, escribir mensajes de correo electrónico, dar la posición geográfica, mostrar mapas de carreteras para no perderse… y también funcionan como teléfono tradicional, por supuesto. Los precios oscilan entre los 300 de un Motorola sencillo y los 15.000 pesos del flamante y completísimo Nokia N95.
Y para acabar, un dato: en 2007 se vendió el teléfono móvil número 1.000.000.000 (mil millones). No está mal para una tecnología que no aparecía ni por casualidad en las futuristas películas de ciencia ficción de los años 70.
Blanca Rosa González Torres

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