El cabalístico número 7 tal parece que adquiere profundas raíces en la sociedad contemporánea por la forma en cada quien se explica o acomoda a su natural entendimiento, así encontramos que son 7 las maravillas del mundo, 7 son los guarismos o símbolos en la numeración romana, 7 días de la semana y hasta la loción 7 machos para usos esotéricos, mágicos o parasicológicos, los 7 enanos de Blanca Nieves y los 7 pecados capitales; lujuria, avaricia, envidia, gula, ira, pereza y soberbia.
De estos 7 pecados capitales algunos mediocres los corroe la envidia, que es una sensación que ocasiona desagradables momentos para los demás. La envidia es un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseídos por otro. La base de la envidia es el afán de poseer y de privar de algo a otro.
El mediocre envidioso pasivo es solemne y sentencioso, el mediocre envidioso activo es un escorpión atrabiliado, pero lúgubre o bilioso, nunca sabe reír de risa inteligente y sana. Su mueca es falsa. El envidioso servil pasivo, si intenta practicar el bien se equivoca, sí es periodista es como si fuera un cirujano miope que hiere los órganos vitales y respeta las víscera cancerosa, persigue el mérito hasta su tumba y no retrocede ante ninguna bajeza. Es serio por incapacidad de reírse, le atormenta la alegría de los satisfechos. Sabe que algunos de sus congéneres aprueban tácitamente su hipocresía que escuda la irremediable inferioridad.
Si el mediocre envidioso es activo su estreñimiento de ideas es permanente. Pretendo decir verdades y lo único que vierte es insidia de viborezno queriendo demostrar una falsa moral sembrando intrigas entre sus propios cómplices y llegado el caso los traiciona. Así escriben sin fundamento alguno Adán Gabriel Reyes, Fernando Miranda Martínez, que sabiéndose repudiados se refugian en la academia de los mediocres que se empapan de vanidad, su madurez estéril es fruto del esfuerzo ajeno y siempre besan la mano del que los conoce y les desprecia por que se humillan ante el, porque se saben inferiores, su vanidad solo aspira a desquitarse con las frágiles compensaciones que les hace besar la tierra.
Así desde siempre han subsistido precariamente en lo individual y en lo familiar y por su incapacidad que no les permite un mejor nivel de vida con ingresos suficientes ya que solo dependen de la dádiva por el chantaje periodístico que ejercen ante la amenaza de publicar lo que consideran un deber ciudadano que en el fondo solo está la perversidad al publicar notas por calificativos que su mente enferma les recomienda.
Lo que deben tomar nota es que rescaten los valores para ejercer dignamente lo que dicen ser y proceder con ética.
De estos 7 pecados capitales algunos mediocres los corroe la envidia, que es una sensación que ocasiona desagradables momentos para los demás. La envidia es un sentimiento experimentado por aquel que desea intensamente algo poseídos por otro. La base de la envidia es el afán de poseer y de privar de algo a otro.
El mediocre envidioso pasivo es solemne y sentencioso, el mediocre envidioso activo es un escorpión atrabiliado, pero lúgubre o bilioso, nunca sabe reír de risa inteligente y sana. Su mueca es falsa. El envidioso servil pasivo, si intenta practicar el bien se equivoca, sí es periodista es como si fuera un cirujano miope que hiere los órganos vitales y respeta las víscera cancerosa, persigue el mérito hasta su tumba y no retrocede ante ninguna bajeza. Es serio por incapacidad de reírse, le atormenta la alegría de los satisfechos. Sabe que algunos de sus congéneres aprueban tácitamente su hipocresía que escuda la irremediable inferioridad.
Si el mediocre envidioso es activo su estreñimiento de ideas es permanente. Pretendo decir verdades y lo único que vierte es insidia de viborezno queriendo demostrar una falsa moral sembrando intrigas entre sus propios cómplices y llegado el caso los traiciona. Así escriben sin fundamento alguno Adán Gabriel Reyes, Fernando Miranda Martínez, que sabiéndose repudiados se refugian en la academia de los mediocres que se empapan de vanidad, su madurez estéril es fruto del esfuerzo ajeno y siempre besan la mano del que los conoce y les desprecia por que se humillan ante el, porque se saben inferiores, su vanidad solo aspira a desquitarse con las frágiles compensaciones que les hace besar la tierra.
Así desde siempre han subsistido precariamente en lo individual y en lo familiar y por su incapacidad que no les permite un mejor nivel de vida con ingresos suficientes ya que solo dependen de la dádiva por el chantaje periodístico que ejercen ante la amenaza de publicar lo que consideran un deber ciudadano que en el fondo solo está la perversidad al publicar notas por calificativos que su mente enferma les recomienda.
Lo que deben tomar nota es que rescaten los valores para ejercer dignamente lo que dicen ser y proceder con ética.
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