miércoles, 2 de enero de 2008

La banda del automóvil amarillo


Hace cosa de dos años las instalaciones de la Revista Nosotros fueron “asaltadas” a plena luz del día por un solitario sujeto que irrumpió pistola en mano y cuya fisonomía fue debidamente proporcionada a la instancia correspondiente por la persona que le tocó vivir tan desagradable momento. Claro, como no les dimos dinero a esos “procuradores de justicia” pues no indagaron nada.
En aquel entonces me resistí a creer las versiones de algunos amigos en el sentido de que el “asalto” había sido un “mensaje” de la administración de la delegada Fátima Mena, por los constantes cuestionamientos de nuestra publicación a los actos de corrupción en su gobierno, los cuales fueron ampliamente difundidos por los espacios informativos de la televisión, y entre los que se encontraban como principales protagonistas un ex priísta y hasta el hijo de una influyente coordinadora territorial de Tlaltenco que, por cierto, sigue cobrando en la nómina del actual delegado. ¡Qué bonita familia!, como decía Pompín Iglesias.
En efecto, el sujeto aquel no se robó nada, sólo unos anteojos. Pero aclaro que me resistí a creer esa versión porque simplemente los asaltos en Tlaltenco, como en toda la delegación Tláhuac, están a la orden del día y a cualquier hora, debido a que los policías tienen más interés en asaltar a los automovilistas que en brindar seguridad a la población. Hasta se parecen al pasquinero de jondas raíces chayoteras al servicio del delegado, porque nomás se la pasan jodiendo la existencia de cuanto incauto sorprenden para extorsionarlo con unos míseros pesos.
Sin embargo, me acabo de enterar que hace dos años sí hubo un plan para eliminar a los críticos del gobierno local, y que fue instrumentado por un sujeto que sigue trabajando en los asuntos de seguridad pública de la demarcación. Bueno, pues este individuo acaba de ofrecerle a la intolerancia encarnada de Tláhuac, su nuevo jefe, los servicios de una banda de criminales con asiento en Iztapalapa, para partirle su mandarina en gajos, como se dice coloquialmente, a los molestos críticos del desgobierno local que tenemos para desconsuelo y congoja de la sufrida población tlahuaquense.
En tiempos de Mena el plan fue interrumpido cuando el empresario Enrique Medrano fue amenazado de muerte por ese servidor público y aquel, ni tardo ni perezoso, se las reviró con una acusación penal.
Como este burócrata trabajaba desde la anterior administración, entonces como que ya le voy dando crédito a la versión de que aquel mentado “asalto” a Nosotros sí fue “cortesía” del huele flatulencias. ¡Lo que tenemos qué ver! Estos malandrines que de pinta bardas y carne de cañón transmutaron en “importantes” oficinistas, son los que han hundido en el descrédito al Partido de la Revolución Democrática. Y hasta aquí el tema de los de la banda del automóvil amarillo al servicio de la “Kamarilla” perredista.
Sirva el anterior caso para comentar que junto con mis compañeros de labor periodística independiente, Armando Ramírez y Kanek el Iguana, hemos conformado la agrupación Contextos Libres, con el principal objetivo de consolidar el periodismo de denuncia y motivar a la reflexión acerca de los problemas que aquejan a nuestra comunidad.
Finalmente, una pregunta para Gilberto Ensástiga: ¿Por qué así como en el asunto del anuncio del Metro a Tláhuac mandaste poner un carro en la explanada para que los pobladores conociéramos esos armatostes anaranjados, ahora con el proyecto del tiradero de basura no pones también la representación real de un chiquero en la explanada del edificio delegacional para que la gente vaya acostumbrándose a convivir con la pestilencia, la mugre y el mosquerío?

Sergio Rojas

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