martes, 29 de julio de 2008

La televisión mexicana privada y su efecto en la mala calidad de la educación.

Estamos a unos días de que acabe el curso lectivo 2007-2008, y millones de niños y jóvenes mexicanos concluirán el año escolar con mayor o menor satisfacción, con mejores o peores resultados que el año anterior, con diplomas o sin ellos, pero seguro que todos con muchas ganas de disfrutar de unas merecidísimas vacaciones por el esfuerzo realizado a lo largo de todo el calendario lectivo. Al igual que ellos, los profesores que integran la plantilla docente del sistema educativo nacional, podrán suspirar tranquilos, satisfechos de haber consagrado un año más su atención, empeño y dedicación para cumplir con los objetivos señalados a principio de año a los grupos a su cargo.
A todos ellos: estudiantes, profesores, padres de familia y personal directivo y administrativo, mis más sinceras felicitaciones. El trabajo que realizan es sencillamente extraordinario.

Lamentablemente, no puede decirse lo mismo ni de las secciones sindicales, ni de “los altos cargos directivos” que ocupan los más altos peldaños de la estructura de la Secretaría de Educación Pública.
Comento esto porque ¿tiene algún mérito repetir a lo largo de todo el año que la educación en México es de muy mala calidad? ¿tiene algún caso elaborar y luego “analizar” estadísticas que sólo sirven para continuos ataques que contienen un sesgo político más que un verdadero interés por usarlos como un indicador que permita reconocer en qué se tiene que mejorar? ¿acaso se ha visto el resultado de los constantes viajes de los altos cargos educativos a “paises desarrollados” para copiar sus modelos educativos? Señores funcionarios, dejen de engañarse y de engañar a todos los mexicanos.
La calidad educativa no se puede traer en las maletas. Tampoco se logra por ósmosis.
Bastante más se lograría en calidad si en lugar de dedicar un porcentaje tan alto del presupuesto de la SEP en sus exagerados salarios, se invirtiera un poco más en materiales didácticos y acondicionamiento de las escuelas. Pero tampoco eso sería suficiente.

Lo que se necesita, si de verdad se quiere tener una población mejor preparada y mejor educada, como “en los paises desarrollados”, es reorientar completamente la política educativa y considerar que la educación, como tal, no es responsabilidad exclusiva de la escuela. Durante los casi 15 años que tengo de experiencia docente, no recuerdo uno solo en que los profesores no comentáramos lo injusto e irrealista que era que se nos dejara toda la responsabilidad en el éxito o fracaso de cada nueva “reforma”, programa o metodología educativa.
Recuerdo como incontables las veces que comentábamos que cómo podíamos competir, contando con sólo cuatro horas y media de lunes a viernes, con toda la oferta de distracciones y estímulos que recibían nuestros alumnos el resto del dia fuera de la escuela: en sus propias casas, con la televisión, revistas inadecuadas, y más recientemente, con el uso de los videojuegos, las computadoras e internet. Y que quede claro, que por ningún motivo condeno el uso de estos equipos, materiales y tecnologías. Si así fuera, no habría dedicado en estas mismas páginas numerosos artículos que hablan de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y a señalar la tremenda importancia de lograr que es necesario lograr que en el mediano plazo toda la población alcance un buen nivel de “alfabetización digital”.

Lo que quiero decir es que basta de discursos, promesas, “pactos” y demás palabrería infructuosa con la que representantes sindicales y altos mandos justifican sus altísimos sueldos, haciéndonos creer que eso es trabajar.

Sólo por poner un ejemplo, ¿Acaso no han ido infinidad de veces a Japón? Pues quizá por irse a buscar aparatos electrónicos y souvenirs al barrio de Akihabara o a boutiques de lujo en el distrito de Ginza, no les ha dado tiempo de visitar, por ejemplo, el “Miraikan”, uno de los museos de la ciencia más importantes del mundo. En él, a diferencia de otros museos científicos en otras partes del planeta, no se empieza con los principios básicos de la física ni se exhibe un pendulo de Foucalt para demostrar la rotación de la Tierra. No. En el Miraikan no se ve al pasado. De él ya han aprendido y utilizado lo suficiente. En el Miraikan se mira hacia el futuro.
El día que estuve en las instalaciones de este museo, donde niños, jóvenes y hasta algunos adultos accionaban, sentían, manipulaban y experimentaban con robots, máquinas de realidad vitual, microscopios científicos potentísimos y reproducciones 1 a 1 tanto de un submarino de investigación científica como de una estación espacial, me hizo preguntarme: con semejante motivación, ¿cuántos niños soñarán con ser científicos? ¿cúantos de ellos dejarán de “tenerle miedo a las matemáticas” y encontrarán el lado “divertido” e interesante de la ciencia? Estoy convencida que muchísimos.

Mientras en México muchos niños aspiran cuando mucho a llegar a ser abogados o contadores (aunque con título y todo terminen manejando un taxi), o en paises como España quieren ser futbolistas o actores famosos, en Japón los modelos que se ensalzan son sobre todo los de científicos famosos, ganadores de premios Nobel, cuyas charlas y legado se pueden escuchar y visualizar también en las instalaciones del Miraikan.

Por otra parte, en las ocasiones que vi la televisión, al igual que en otros sitios del mundo también hay concursos, programas de entretenimiento y noticias, pero a diferencia de la programación ridícula y carente de contenido que se ve en la pantallas mexicanas, en muchos de los canales de la televisión japonesa había programas educativos de altísimo nivel, documentales, reportajes y programas “en horario estelar” que me dejaron con la boca abierta. Precisamente una de las noches viendo la tele en el hotel fue como me enteré de la existencia del Miraikan (aunque no entendía nada de lo que decían a excepción de poder reconocer algunas palabras), las imágenes que aparecían me hicieron indagar en qué sitio es que se encontraban esas maravillas de la tecnología, y fue por eso que llegué allí. En otra ocasión, pude seguir ¡un curso de español! para japoneses. Sobra decir que esa noche las dos huéspedes hispanohablantes que nos encontrábamos ahí fuimos las “estrellas”, pues todo el personal que trabajaba ahí quería practicar la lección del día con nosotras.
Y aunque es cierto que Japón no ostenta el liderazgo en los resultados de las pruebas de PISA, la verdad es que basta con llegar allá para comprobar que el orden que se ve en el pais, la eficiencia y sobre todo la prosperidad (pese a que los economistas dicen que llevan más de una década de crisis), se debe a lo que su gobierno ha llamado “la búsqueda del progreso común”, mismo que tiene como pilar fundamental la educación.

El día en que algún gobierno mexicano se despoje de la hipócrita “preocupación” por “mejorar” el nivel educativo del país, y termine con la complicidad descarada de las principales cadenas de televisón privadas que sólo buscan confundir, desinformar a la gente y distraerla de aquellos asuntos que son de interés público, para convertirlas en una herramienta de información, formación y concienciación de la sociedad, ese día podría empezar a hablarse de que existe un genuino esfuerzo por mejorar la calidad de la educación en nuestro pais.

Daniela Torres.

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